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La cruz, símbolo de los cristianos y…

 Federico Ferruses Maciá

            De generación en generación se nos han ido transmitiendo los signos cristianos. Haciendo un breve repaso en la historia se observa como los símbolos de la cristiandad han estado presentes a lo largo de todos los tiempos: Constantino fue el primer emperador romano que implantó el cristianismo como religión oficial del imperio, hecho que quedó formalizado en el edicto de Milán en el año 313 d.C. En La Edad Media las obras literarias, pinturas y demás artes ensalzaban la figura de Dios a través de los símbolos. También filósofos como Santo Tomás de Aquino y Aristóteles en la época medieval, y posteriormente Descartes en el Renacimiento, y basándose en la ciencia, trataron de demostrar en sus pensamientos y reflexiones la existencia de Dios. Personajes históricos como papas y reyes, entre los que cabe destacar a Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Tuvieron una importante relevancia en la implantación del cristianismo en el antiguo reino de castilla y corona de Aragón. Pontífices con posturas progresistas como Pío XII, con una postura en defensa a los marxistas en la maltrecha década de los 30 para los españoles y más tarde Juan Pablo II,  con su actitud de acercar la Iglesia y la figura de Dios a la juventud, transmitieron en nuestra época los signos a través de los cuales Jesucristo se presenta al hombre. De entre todos los signos y símbolos el más significativo y popular es la cruz. La cruz en que murió Jesús de Nazaret; la cruz que, según los textos sagrados sobre los cuales se basan todos los dogmas, sirvió para vencer a la muerte. También existen interpretaciones simbólicas en las cuales definen la cruz como el “árbol de la vida”. Pero más allá que un simple análisis teológico interpretando paso a paso todas y cada una de las citas bíblicas tanto del Antiguo Testamento como las del Nuevo Testamento, y en concreto los Evangelios, se puede reflexionar acerca del contexto histórico que envolvió la vida de Jesús y sobre todo, los hechos que lo llevaron a vivir aquellas largas y angustiosas doce horas de su pasión y muerte. Ya los Profetas anunciaron la llegada del hijo de Dios en el Antiguo Testamento. Se haría un hombre más, y por medio de su muerte se alcanzaría la salvación para el resto de la humanidad. Toda la existencia de Jesús estaba escrita y todo sucedió tal y como Dios predijo. El mismo Jesucristo era consciente de su motivo en este mundo y de cual iba a ser su destino. Pero las circunstancias que rodearon la muerte en la cruz de Jesús fueron temas que traspasaron las cuestiones ideológicas concernientes a la religión: El judaísmo se encontraba en crisis. El imperio romano dominaba oriente y occidente y los sectores mas conservadores de los judíos no acataban las leyes procedentes de Roma. Estos grupos interpretaban con fanatismo las anticuadas leyes de Moisés. Su actitud era más parecida a una secta. Jesús era consciente de los problemas e injusticias que se cometían hacia aquellas personas que vivían y cumplían según las leyes del César, leyes que regían el estado israelí. Criticó y exigió a estos sectores conservadores, como los fariseos y los samaritanos, que cumplieran la ley oficial procedente del gobernador del imperio, de igual modo que recriminó la falta de respeto hacia Dios por parte de los sumos sacerdotes más conservadores anclados en la ley mosaica. Ésta actitud puso a Jesús de Nazaret la etiqueta de “revolucionario”, y fue una de las causas fundamentales que llevaron al hijo de Dios a la muerte. Pero como citan los textos bíblicos ya desde el origen, todos estos acontecimientos no son más que los instrumentos de los que Dios dispuso para cumplir la misión de Jesús en este mundo. De ahí las palabras que dedicó Jesús en el monte de los olivos cuando dijo: “Padre hágase tu voluntad”.    Tras analizar las circunstancias políticas y sociales que rodearon la vida pública de Jesucristo, se puede hacer una interpretación de los hechos más general. Lo que hasta ahora se conocía como la cruz de Cristo, símbolo de la muerte y posterior victoria a la misma, se puede considerar también la cruz como un símbolo de progreso y justicia. Jesús de Nazaret murió por criticar las injusticias de la época en la que vivió. Defendió a aquellas personas sobre las que se practicaban juicios paralelos llevados a cabo por los ejecutores extremistas de las antiguas leyes israelíes (el ejemplo mas común es el de Maria Magdalena). Se le odió en los núcleos conservadores por hacer tambalear unas leyes y unas actitudes pasadas de época. Lo vieron como un hereje dentro de la religión judía, que intentaba levantar la cátedra del Sanedrín a los sumos sacerdotes, que se anclaron en las escalas altas de la sociedad a costa del trabajo y del sudor de los israelitas de a pie.             Por tanto, la cruz es símbolo de los cristianos, símbolo de la divinidad de Dios y a la vez de su humanidad, pero también se puede llegar a la conclusión de que la cruz es el símbolo de todas aquellas personas que sufrieron y padecieron las injusticias que se derivaron del momento histórico que rodeó la vida de Jesús de Nazaret; símbolo de la lucha de Jesucristo a favor de un pueblo coaccionado y manipulado por los sectores más radicales, a los que acabaría venciendo con su muerte en la cruz y posterior resurrección.                       

            Callosa de Segura, diciembre de 2007

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